Dublineses
Autor: James Joyce
Aunque fue publicada en 1914, Dublineses había sido concluida nueve años antes, en 1905, mas el retraso de su aparición pública no había sido voluntario. Dos editores y un impresor pusieron reiteradas objeciones a la obra por cuestiones morales, y Joyce se había resistido tenazmente a aceptar sus modificaciones. No obstante, esos nueve años sirvieron para que el autor revisara los textos y para que añadiese tres nuevos, dotando al libro de una cohesión aún mayor de la que ya tenía, y enriqueciéndolo en especial con el que lo cierra, «Los muertos», considerado uno de los mejores relatos de la historia de la literatura. Así nació Dublineses, una colección de relatos cortos que describen la rígida y estancada sociedad irlandesa de la época, sujeta a la moral católica y a los dictados del Imperio británico; todo ello en un momento en el que el nacionalismo irlandés pugnaba con fuerza porque se reconociese la legitimidad de sus demandas.
Considerada por los críticos como un prefacio de sus obras posteriores, sobre todo de su gran obra magna Ulises, Dublineses se constituye como la obra que dio inicio a la narrativa original, riquísima y compleja de Joyce, y que consiguió la liberación de la expresión artística del encorsetamiento en el que estaba sumida. Una obra imprescindible, pues, para apreciar y comprender mejor la narrativa del autor irlandés.
Los quince relatos que componen Dublineses sorprendieron en su tiempo por la libertad del lenguaje, la crudeza de los temas y las irrespetuosas alusiones que salpican el texto. Sin embargo, la obra no pretendía escandalizar; simplemente la voluntad de ofrecer una visión global de la realidad exigía la inclusión de situaciones y expresiones inhabituales en la literatura de la época.
Pese a la aparente independencia de las narraciones, el libro posee una profunda unidad orgánica; al escribir el primer relato, James Joyce tiene ya a la vista la totalidad del proyecto: «denunciar el alma de esa hemiplejía o parálisis que algunos llaman ciudad». En efecto, Dublín se constituye en protagonista de la obra, a la vez como medio histórico concreto y como símbolo de todas las metrópolis del mundo; los relatos se ordenan en torno a cuatro motivos: las primeras experiencias infantiles, las frustraciones de la juventud, los desengaños de la madurez, la ruina final de las ilusiones. La traducción de Guillermo Cabrera Infante se ha hecho sobre el texto corregido en 1967 por Robert Scholes.